PRINCIPITO CARAQUEÑO - PRENSA SIMBOLD
El Principito Caraqueño invita a celebrar la vida, el amor y la amistad
Este domingo 7 de mayo, será inaugurada la exposición en la que Kathiana Cardona une fotografía y diseño gráfico como un canto de esperanza para una causa de salud.
La fotógrafa y diseñadora gráfica Kathiana Cardona inaugura el domingo 7 de mayo a las 11.30 de la mañana en la quinta Palmasola -donde permanecerá la escuela Prodiseño en la Ata Florida-, la exposición El Principito Caraqueño, una fusión de diseño y fotografía en la que el famoso personaje de Antoine de Saint Exupéry visita los cuatro puntos cardinales de Caracas.
El origen de la exposicion
De esta manera, el resultado son obras fotográficas a las que se incorporan reproducciones de las ilustraciones de Saint Exupéry, expuestas en marcos escultóricos. Para esta oportunidad, la creativa sumó un video que complementa el concepto.
El Principito Caraqueño fue presentado por primera vez en 2018 en los secaderos de La Trinidad y regresa en esta oportunidad para con la venta de las obras, recaudar fondos para el tratamiento contra el cáncer.
Con este trabajo artístico, Kathiana Cardona complementa su obra, pues se mantiene muy activa en el circuito internacional del cartel social, siendo permanentemente invitada a participar en diferentes convocatorias, donde representa con mucho orgullo a Venezuela.
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PRÓLOGO
APOSTILLAS PARA UN HERMOSO LIBRO
Estas fotografías, resultado de la participación de Kathiana Cardona en el Taller Roberto Mata: Caracas Norte, Sur, Este y Oeste, son intervenidas, llenas de fantasía, para filtrar o calificar una realidad contradictoria, dura, opresiva.
Fragmentos de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry me parecieron inusuales al lado de Caracas. Kathiana logró insertarlas para que tengamos una guía metafórica para leer y disfrutar imágenes que dicen demasiado, que duelen, que tocan.
A pesar de todo, prevalece la maravillosa luz que baña el Valle de Caracas, que en un principio los conquistadores quisieron bautizar como Valle de San Francisco.
Kathiana no deja de buscar esperanza en una ciudad que, hoy, es reconocida por ser muy peligrosa, inhumana, dura. Esa luz que ya mencionamos como bella y tangible se cuela en cada fotografía pero no puede evitar que uno sienta angustia, la necesidad de cambio, el anhelo de comprensión y el deseo de la llegada del sentido común; el comienzo de una conversación.
Caracas, especialmente en el norte, es una ciudad de color verde espeso, verde Ávila, verde palmera, verde hierba, árboles con copas voluptuosas y extendidas de verde intenso. Esa naturaleza prodigiosa, bella y opulenta está enrejada, aprisionada, dividida por habitantes tristes, desolados y temerosos de sí mismos. Hay una fotografía que nos muestra a una pareja abrazándose y besándose casi en el centro del escenario que enmarca la estructura de hormigón de la Concha Acústica de Bello Monte. Sí, hay un beso.
El Principito y sus ovejas nos acompañan y sugieren ideas que parecen sencillas, que hay que leer dos veces, que hay que repasar sin prejuicios evidentes y sin el encendido automático, sofocando lo emocional.
En este libro hay optimismo, hay generosidad, hay una intención honesta de aprender a ver lo que no vemos. Ya no sabemos que existe una ciudad llena de colores, donde la modernidad intentó llegar. La realidad se impone y nos lleva a ver sólo las cicatrices y la maldad. Una ciudad de compartimentos estancos y dolor, dolor puro.
En estas páginas hay ritmos, hay mucha música, hay muchas texturas, pero sobre todo hay compasión, piedad, para que la ciudad pueda revivir y continuar más allá de sus estatuas y monumentos que nadie sabe muy bien qué fueron. hecho para. He aquí una apuesta para ahondar en la memoria y dejar sitio al futuro. Las luchas están presentes, ojos castradores llenos de odio, profundamente equivocados, incitan a una violencia que aterroriza y atemoriza. Esos ojos quedan plasmados en una impecable composición que conmueve y alarma. He paseado por estas fotografías, por estas imágenes, por esas intervenciones lúdicas que intentan apaciguar la hostilidad en la que estamos sumergidos y hacernos apostar por tiempos mejores. A veces me contagia el optimismo de Kathiana.
Me alegro de que este libro me haya recordado que al amanecer los árboles están ahí serenos pero ávidos de la luz que los vuelve verdes. Quizás nosotros, habitantes de una ciudad herida, desgarrada y sin rumbo, también podamos esperar un amanecer donde la luz nos guíe y nos dé nueva vida.
En Caracas, una noche de septiembre de 2014, con tormenta y fuerte lluvia, donde los picos del Ávila se iluminaron con relámpagos y chispas mientras las nubes más bajas arrojaban agua limpia y pura. En medio de esa tormenta vi claro que el Principito de Caracas podría andar por aquí.
Jaime Bello León